La pandemia del coronavirus es la mayor crisis enfrentada por la humanidad en los últimos tiempos, una crisis que pone a prueba no solo a los líderes, sino al liderazgo como tal. Un evento inesperado de amplia escala y efecto sobre la cómoda cotidianidad de nuestra vida previa. Situaciones que dificultan la respuesta por su alto grado de incertidumbre y que generan una sensación de pérdida de control y desorden emocional, un mundo completamente VUCA[1]. La pandemia no es solo una crisis sanitaria y económica de inmensa proporción, también es en sí, la reestructuración del comportamiento humano.
El concepto de liderazgo vuelve a fraguarse en el fuego de las circunstancias, se moldea en un imperativo donde ya no se necesitan respuestas predefinidas, se precisa de comportamientos y mentalidades que nos prevengan de reaccionar excesivamente con modelos del pasado.
Una crisis se ejecuta en el marco de cuatro acciones fundamentales: responder para atender la situación, gestionar la continuidad hacia el futuro, enfocarse en prosperar y en el proceso de recuperación con el propósito de emerger más fuertes. Sin embargo, no estamos viviendo una crisis típica (en la cual regresemos a las condiciones anteriores a la misma y con los mismos modelos), enfrentamos una crisis que nos lleva a un viaje hacia la nada, navegando en la incertidumbre.
Bajo esa visión no existe la necesidad de enfocarnos en recuperar, ni siquiera en restablecer, sino en construir una nueva cotidianidad con estrategias flexibles de acción a corto plazo, acompañadas de una visión de largo plazo. Hablamos de un proceso que puede tomar algo de tiempo, y que requiere de un especial sentido estratégico para construir confianza, para liderar con humanidad, posicionándose en la prosperidad. Si la adversidad es el camino[2], el liderazgo solo acepta navegar hacia el futuro…
¿Cuál es el perfil del liderazgo hacia el futuro?
En las crisis lo más importante es que los líderes mantengan el aspecto vital de su rol: hacer una diferencia positiva en la vida de las personas, algo que requiere un perfil enriquecido en gran parte por…
Empatía: liderar desde dentro; ¿Qué tiene que ver la empatía con el liderazgo? Todo. Porque el liderazgo se trata de tener la capacidad de relacionarse, conectarse, y escuchar, para vincularse con las personas con el propósito de inspirar y robustecer sus vidas.[3]
La empatía genera conexiones, ideas, maestría en el ejercicio de la presencia: escuchar guía el entendimiento.
Comunicación: la hermana del liderazgo, con la honestidad por delante, saber decir “no lo sé”, separando las opiniones personales de los hechos, con veracidad. En tiempos de crisis, lo más anhelado es el liderazgo que no requerimos poner a prueba, que inspira con visión de futuro, basado en hechos, en criterios objetivos y en la precisión de la ciencia de ser posible. Conectar con porqués poderosos, claros y precisos.
Carácter: unificar detrás de un solo propósito a la vez, el carácter para separarse de una situación tensa y pensar claramente cómo gestionarla.
Calma y serenidad deliberadas: la que encontramos en las personas bien fundamentadas, que poseen humildad, pero no impotencia.
Optimismo acotado: la confianza combinada con el realismo, porque la confianza excesiva resta credibilidad. Los líderes deben establecer que a pesar de las condiciones se encontrará un camino.
Y por lo mencionado, entonces, ¿hacia dónde debemos enfocarnos en la búsqueda y ejercicio del liderazgo?
Procede la reflexión planteando la pregunta: ¿por qué frecuentemente volteamos a ver a líderes de opinión como el Dr. Mario Molina o Carl Sagan para encontrar respuestas ante cualquier problema? porque cuando la certidumbre no está a prueba, es robusta, es contundente, es cuando la visión de futuro es inspiración. El reconocimiento hacia estas personas surge de la máxima validación, a través de: la ciencia. Los líderes muestran el camino, con el rigor de la ciencia y la tecnología, y con la sensibilidad del arte, permiten no solo una mejor visión, sino la construcción de la misma.
Pero no debemos olvidar que la creatividad no solo es un don, también es un regalo, nunca ajeno al sentido humano, porque compasión sin verdad es banalidad, pero “La verdad sin compasión es crueldad”[4].
Todo mundo habla del costo, pero no damos certeza a los beneficios, ese es el reto, que la crisis sea un buen proyecto, no hablar de “recuperar” porque estaríamos hablando de un mundo que ya no existe, hablemos de prosperar. Hablar de la recuperación del tiempo es una pérdida del mismo, los líderes tienen que reflexionar, reflejar, definir con precisión las transformaciones que se han dado y enfocarse en construir a partir de esa reflexión.
Hablamos de un liderazgo que parta de un por qué convincente, que dé sentido al propósito, con responsabilidad y disciplina que guíe hacia el futuro desconocido. Tomar decisiones en tres dimensiones: naturaleza de nuestras actividades, contexto, e influencia; orientando el viaje hacia una prosperidad en la que se acepte el cambio constante como normalidad, con respuestas rápidas, y estrategias en tiempo real.
El puente que une las demandas inmediatas con la incertidumbre es la crisis, dejemos atrás las maneras y formas anteriores de hacer las cosas, es la oportunidad imperativa de reconectar con fuerza, abrazar una nueva realidad, porque los procesos de transformación y aceptación del cambio son difíciles y generan trastornos a lo más importante: las personas.
Mis experiencias en la Facultad de Química de la UNAM fueron las más ricas para mis posibilidades de creatividad, a través de los años, me proyectó a nuevos mundos con la certeza de que nuestro liderazgo importa, y que, debe estar siempre en nuestro actuar. Emergí con un sentido más agudo de mi liderazgo personal, y observé que el mismo no está separado de nada, especialmente de las personas. Usar nuestro intelecto por sí solo no es suficiente; el solo hecho de saber no cambia nada, necesitamos incorporar una gama mucho más amplia de conocimientos y visión.
Para abordar los desafíos que enfrentamos, debemos vivir la experiencia de ser parte viva de un planeta creativo y desordenado, es la parte vital del liderazgo para no separarnos de la realidad, para actuar con todos nuestros sentidos. Para enfrentar desafíos necesitamos entender nuestro lugar en el mundo y mostrar liderazgo ante el cambio, con una visión de futuro para considerar y valorar lo que puede suceder sin pesimismo, y sin desbocado optimismo.
Tal vez el mundo solo depende de nuestro liderazgo individual…
“Sin estudiar se enferma el alma”
Séneca
[1] VUCA: Volátil, Incierto, Complejo, Ambiguo. (Por sus siglas en Inglés).
[2] Séneca
[3] Lolly Dascal – https://www.lollydaskal.com/leadership/whats-empathy-got-leadership/
[4] Mario Alonso Puig – “La ciencia y el arte de la comunicación” https://youtu.be/pCsJvHZmlTM – i
Autor: Gerardo Dueñas D.
Director General y CMO de Entropía Empresarial
Egresado de la Generación 80-84, FQ-UNAM.