Mario Molina demostró que la ciencia es la única vía para entender los problemas ambientales globales y proponer soluciones

Se cumple un año del fallecimiento del Nobel de Química mexicano.

A un año del fallecimiento del Premio Nobel de Química 1995,  Mario Molina (19 de marzo de 1943-7 de octubre de 2020), es claro que su labor “demostró que la ciencia es el único camino, la única vía para entender los problemas ambientales globales y proponer soluciones”, señaló Eduardo Bárzana García, Director ejecutivo del Centro Mario Molina y ex secretario General de la UNAM.

En entrevista, el ex integrante de la Junta de Gobierno de la Universidad y ex director de la Facultad de Química destacó que el científico mexicano es “un modelo de vida, por lo que es necesario divulgar su ejemplo y hay que destacar elementos como su amor y gran preocupación por la humanidad; es decir, no es que el cambio climático, por ejemplo, le interesara per se, sino por sus efectos en la sociedad humana”.

Indicó también que Molina es ejemplo de la necesidad de tener una sólida formación científica, lo cual requiere de mucha dedicación y esfuerzo: “El doctor Molina no se hizo famoso sólo porque era muy inteligente, sino porque fue muy riguroso con su formación académica; tenía una visión de largo plazo gracias, precisamente, a la manera como pudo ver que su investigación podía tener un efecto aplicativo importante para la humanidad”. 

En tanto, para Carlos Amador Bedolla, Director de la Facultad de Química (Institución de donde Mario Molina egresó), su principal legado es doble: primero, todo el trabajo científico que hizo, el cual le valió el Premio Nobel; un trabajo único y con importancia mundial, y luego, la labor realizada posteriormente para la comunidad científica, aprovechando la plataforma de esa distinción: “A un año de su fallecimiento, seguimos teniendo las dependencias, las instituciones que él ayudó a generar, en particular el Centro que lleva su nombre”, indicó en entrevista.

En términos históricos, recordó Eduardo Bárzana, el parteaguas en el trabajo de investigación de Mario Molina, y que le valió el Nobel, fueron los trabajos que llevaron al Protocolo de Montreal, un acuerdo internacional a partir del cual muchos países se comprometieron para ya no usar los clorofluorocarburos (CFC), los elementos químicos que afectan la capa de ozono planetaria. Su relevancia consiste en haber sido el primer acuerdo internacional para atender un problema producido por la actividad humana, con efecto en todo el planeta. 

“Ese modelo llevó posteriormente al Protocolo de París, firmado por 190 países más la Unión Europea, donde las naciones se comprometieron a tratar de evitar el calentamiento mundial del clima, con acciones relacionadas con la reducción en el uso de gases de efecto invernadero y la deforestación”, subrayó.

Trabajo fundacional

Toda la alerta en torno a los problemas del cambio climático, en lo cual el doctor Molina fue un gran impulsor, comentó más adelante Eduardo Bárzana, ha llevado a una explosión de publicaciones, reportes e investigaciones, ya no sólo en cuanto a las causas de la contaminación, sino de los efectos que ésta puede tener, por ejemplo, en el sector salud; asimismo, ha habido un avance importante en el monitoreo de los contaminantes atmosféricos.

Por su parte, Carlos Amador consideró que “el trabajo seminal de Molina ocurrió en un momento en que no se sabían las causas del cambio climático y, en particular, de los daños a la capa de ozono; desde entonces a la fecha, se ha podido desarrollar la ciencia de manera que, hoy, se tiene plena certeza de que se entienden las causas y efectos de ese cambio climático y, con ello, se tiene el conocimiento para saber qué hacer, aunque así, ahora el problema es político y económico”.

¿Cómo honrar el legado de Mario Molina en la vida cotidiana? Una manera de hacerlo, apuntó Eduardo Bárzana, debería ser “usar menos energía: usar la bicicleta, caminar más, hacer baños breves, apagar la luz cuando ésta no es necesaria y revisar las fugas de gas en las instalaciones. También sería relevante participar en organismos de la sociedad civil en materia ecológica, a fin de impulsar acciones de mejora y presionar a los gobiernos en ese sentido, pues si algo hizo el doctor Molina fue llevar la voz de alerta en torno al cambio climático”.

Al respecto, Carlos Amador comentó que la principal causa del cambio climático es el consumo de energía, de la cual depende la civilización moderna. La mala noticia, valoró, es que esa energía en los últimos 250 años se ha obtenido de combustibles fósiles que provocan gases de efecto invernadero. La buena noticia es que se ha ido desarrollando la ciencia que permitiría desplazarse hacia el uso de energías renovables: se sabe cómo hacerlas gracias a la investigación científica.

“Estamos en un punto en que hace falta más investigación científica para acabar de dominar esas fuentes de energía, pero estamos muy cerca de ello. Otra vez, las posiciones políticas y económicas que permitan entrar a ese nuevo modelo están en discusión en este momento”, refirió.

 

Cambio climático

Al Centro Mario Molina, uno de los legados más relevantes del Nobel mexicano, le corresponde buscar y promover que haya mayor apoyo del gobierno federal a la investigación básica y aplicada, así como programas específicos de impulso a las energías renovables, con una clara conciencia ecológica. Esa transición es indispensable y México se comprometió a ello en el Protocolo de París, indicó Eduardo Bárzana.

Asimismo, agregó, el gobierno federal debe dar voz a los expertos para que expresen todo lo que saben, con bases científicas, en cuanto a los daños ambientales por el uso continuado de los combustibles fósiles.

El cambio climático, señaló por su parte Carlos Amador, “es el tema más importante para la humanidad en este momento y, probablemente, es el más relevante al que se ha enfrentado la humanidad en toda su historia. Es un tema urgente, necesario e inmediato que atender; la buena noticia es que tenemos el conocimiento para atenderlo y resolverlo. El descubrimiento del doctor Molina, de hecho, resolvió claramente una parte de este problema, en cuanto a la capa de ozono”.

Para Eduardo Bárzana, es necesario seguir impulsando la ciencia básica y aplicada, pues los fenómenos ambientales pueden ser explicados a partir de los fenómenos físicos y químicos; “entenderlos y conocerlos es el primer paso para después ver cómo pueden resolverse los problemas del medio ambiente, así como para atender sus efectos en las poblaciones”.

Centro Mario Molina

Eduardo Bárzana recordó también que el Centro Mario Molina fue fundado por el científico mexicano en 2005, quien aportó recursos para formar la entidad, con la finalidad de promover políticas públicas con relación a temas de Energía, Cambio climático y Calidad del aire. Recientemente, se incorporaron las áreas de Ciudades sustentables y la de Educación. 

“El Centro tiene la misión de hacer estudios y diagnósticos, requiere del apoyo de organizaciones interesadas en sus trabajos para poder llevarlos a cabo, tanto del gobierno como del sector productivo, público y privado. Los resultados de sus trabajos deben llevar a resaltar temas críticos que merezcan ser abordados por instituciones de investigación, con infraestructura y recursos humanos para ello, como universidades e instituciones de investigación”, expuso.

Finalmente, Carlos Amador opinó que para incentivar a los jóvenes a convertirse en investigadores de primer nivel y a seguir el ejemplo de Mario Molina, “es necesario ofrecer, como lo ha hecho la Universidad Nacional y la FQ, las mejores condiciones a los jóvenes para que puedan desarrollar una carrera científica, esto se ha logrado con éxito en muchas ocasiones; por ello, seguimos trabajando en optimizar la formación de los estudiantes”.