Mesa Sobre el Planeta
La pandemia provocada por la COVID-19 tiene severas consecuencias económicas para el mundo y plantea la necesidad de cuestionar si es sostenible el modelo de desarrollo de la mayoría de los países. Para la ciencia, el desafío es abordar los problemas desde una perspectiva multidisciplinaria, donde la Ecología sea un importante elemento, concluyeron los especialistas de la mesa de reflexión Sobre el Planeta.
En este encuentro, realizado el 25 de septiembre, participaron el Director de la Facultad de Química, Carlos Amador Bedolla; el integrante del Programa de Investigación en Cambio Climático, Francisco Estrada Porrúa, y la jefa del Servicio Sismológico Nacional, Xyoli Pérez Campos. El panel fue moderado por Javier Cruz Mena, de la Dirección General de Divulgación de la Ciencia (DGDC).
Esta sesión formó parte del Taller Retos y oportunidades del streaming en la UNAM y del Ciclo de Mesas Redondas en Línea, COVID-19: Reflexiones desde la UNAM, organizados por la DGDC, la cual se transmitió por redes sociales y el canal de YouTube de esta entidad universitaria.
Al abrir la reflexión, Javier Cruz Mena señaló que desde el campo de la Ecología, la pandemia actual era previsible por los cambios termodinámicos y las interacciones con otras especies, pues la especie humana opera en un modelo económico lineal, el cual extrae bienes y servicios del ecosistema para producir en gran escala y consumir a nivel global, “con mucha prisa, sin ocuparse demasiado en lo que ocurre antes y después del uso del producto consumido. Esto ha provocado grandes alteraciones en los flujos por el sistema de extracción y en los flujos por el sistema de desechos”.
La especie humana, continuó, aceptó un criterio de desarrollo que exige alteraciones globales en el uso de suelo para la producción industrial, para una población en crecimiento explosivo: “En consecuencia, hemos causado la pérdida del hábitat para muchas especies de la biósfera, lo que ha alterado las interacciones usuales entre especies y ha dado lugar a aumentar enfermedades zoonóticas, por lo que llegamos a la pandemia. La que actualmente enfrentamos es consecuencia de un modelo económico que produce alteraciones termodinámicas, induce cambios ecosistémicos, no del todo bien entendidos, y altera las relaciones entre especies, incluida la humana”, indicó Cruz Mena.
Asimismo, señaló que probablemente la pandemia tenga una solución en el ámbito de la Salud Pública: “podemos buscar vacunas y antivirales”, pero “por el lado de la biósfera, se debe plantear si son reversibles las alteraciones a los ciclos de los ecosistemas que habían empezado antes de ésta”.
Antropoceno
En su intervención, Carlos Amador Bedolla habló sobre el efecto que ha tenido la humanidad en el planeta a lo largo de su historia. El homo sapiens, indicó, ya estableció una época geológica: el Antropoceno, identificada por marcas en capas de las rocas de la corteza terrestre, debido, principalmente, a la concentración de carbono 14, producida por la detonación de bombas nucleares, así como por el crecimiento poblacional extraordinario y el modelo económico.
Ante estos cambios, el universitario apuntó que se han planteado las fronteras planetarias, las cuales definen líneas que no se deben cruzar y nueve campos a atender: cambio climático, acidificación del océano, ozono estratosférico, el ciclo del nitrógeno, el ciclo del fósforo, disposición de agua dulce, uso del suelo, pérdida de la biodiversidad, aerosol atmosférico y contaminación química.
Al cuestionarse sobre cómo ha modificado esta situación la COVID-19, el Director de la FQ respondió: “aún no sabemos, pero los estudiosos han dedicado su atención a estos problemas y tienen predicciones al respecto; ven cómo esta situación podría afectar de distintas maneras al modificar, quizá, nuestro consumo”.
Más adelante, Carlos Amador aseguró que en la actualidad las distintas problemáticas se deben abordar desde la multidisciplina y, en ello, es muy importante tomar en cuenta a la Ecología, pues ésta permite interpretar las relaciones entre los distintos campos de atención de las fronteras planetarias, “permite estudiarlas, interpretarlas y entender sus interacciones”.
Finalmente, sostuvo que se debe actuar con responsabilidad para encontrar propuestas positivas ante la coyuntura actual, porque “la situación, con base en el conocimiento que tenemos, hace suponer que incluso está en riesgo la continuidad de la civilización como la conocemos”.
Impacto económico
Durante su presentación, Francisco Estrada Porrúa dijo que la COVID-19 es el primer problema global en el último siglo. En México, añadió, la pandemia dejará la peor crisis económica desde 1932, con una caída del Producto Interno Bruto (PIB) que iría del 10 al 12 por ciento; también habrá 10 millones de personas en situación de pobreza; además de entre 6.1 y 10.7 millones de personas en pobreza extrema.
En cuanto al cambio climático, comentó que en este siglo, en el país, se podría perder entre el uno y el 4.5 por ciento del PIB actual. Durante la segunda parte de este periodo, la mayor parte de México tendría pérdidas anuales iguales o mayores al 5 por ciento de forma local; aumentos en la temperatura y los ecosistemas difícilmente se podrían adaptar; los costos en la agricultura serían comparables a perder cerca del valor de dos años de producción: “El cambio climático no ocurre solo, existen sinergias con otros problemas ambientales y sociales”, expuso.
Son muy valiosas las lecciones que deja la COVID-19, añadió, en cuanto a quiénes somos y cuestionó si el desarrollo económico es lo único que se necesita o se puede hacer: “Debemos realizar acciones totalmente conscientes; estamos subestimando las consecuencias de muchos de estos eventos que esperamos para este siglo, que son complicados y complejos”.
Estrada Porrúa también comentó que el problema es mucho más profundo que el modelo económico, el cual es insostenible, pues no hay planeta que resista y quizá provenga del consumo excesivo.
Ruido sísmico
Finalmente, Xyoli Pérez Campos habló sobre el ruido sísmico, el cual, explicó, se refiere a las vibraciones que experimenta el suelo, dentro del cual está el ruido cultural o antropogénico, conformado por las vibraciones relacionadas con la actividad humana.
En este sentido, indicó que a raíz del confinamiento por la COVID-19, que en México disminuyó en más del 60 por ciento la movilidad social a partir de marzo, se dio una reducción de hasta un 30 por ciento en los niveles de ruido antropogénico, lo cual ha permitido observar los sismos naturales con mayor claridad; incluso se han detectado sismos de nivel uno.
Asimismo, Pérez Campos expresó que se debe profundizar en el análisis de los comportamientos humanos ante los desastres e, incluso, en la respuesta de las personas ante el discurso de las autoridades en esas situaciones.
También apuntó que hace falta aumentar la comunicación entre las ciencias sociales y las naturales: “Si existiera una mayor vinculación, ésta podría ayudar a mejorar normatividades, distribución urbana y muchas cosas. Además, los científicos tendrían que tratar de salir de las revistas indexadas y escribir o comunicarse más con la sociedad; asimismo, hace falta poner atención en la educación básica para fomentar el conocimiento y el aprecio por la ciencia”, concluyó.
Yazmín Ramírez Venancio
José Martín Juárez Sánchez
Este texto es propiedad de la página de la Facultad de Química de la UNAM.